hablemos de todo menos del tiempo.

He vuelto de Bilbao,concretamente hoy a las 00:20 de la noche.Ha sido genial.Mucho mejor de lo que me esperaba.Me ha encantado.Y pedazo de tío que no es Aitor Ocio(tuve el placer de conocerle).Quiero volver.

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Cuando el amor propio se rompe, es prácticamente imposible de reparar, utópico el buscar la reestructuración de sus pedazos. Puedes arreglarlo con paciencia, pero cuando vuelves a mirarte en el espejo, jamás vuelves a verte del mismo modo, los trozos rejuntados con desgana y pegados con cualquier pegamento barato, te reflejan una imágen de cicatrices paupérrimas en belleza.
Sin embargo, aprendes a vivir con una recomposición de tí mismo tan pobre y tan chapucera, vuelves a guardar en tu interior, manojos de moral y de orgullo (que no obstante, van cayendo por el agujero inferior que siempre queda tras un golpe tan certero) no importa cuánto la llenes, porque seguirá cayéndose y vaciándose por momentos.
Pero continuas, continuas el lento aprendijace de volver de nuevo a querer(te), de valancearte otra vez sin el miedo interno de volver a romperte en mil pedazos.
Hasta que un día compruebas que tu vida es de nuevo la misma, que tu amor hacia tí esta todo lo intacto que se puede esperar que esté después de todo lo sucedido.
Y es entonces cuando avistas de nuevo a alguien que trae consigo una vara de metal, una vara, cuyo simple roce volvería a partirte en mil pedazos.
En ese momento debes replantearte, si continuar hasta verte de nuevo desparramada (y ésta vez, posiblemente sin arreglo ni solución) o continuar como un kamikaze.
Yo tengo claro que voy a evitar y sortear cuantas varas encuentre en el camino, por mucho que la persona que las porte y las maneje sea ya un elemento importante de mi vida.
Porque si vuelven a romperme, yo ya no tengo fuerzas para volver a unir las trozos en los que me deje despedazada...